sábado, 8 de diciembre de 2007

Más palos al SAMA-Madrid Allá donde se cruzan los caminos Un nuevo correctivo a los del SAMA, organizadores del desastroso
Torneo Wilkinson-Madrid de espada de diciembre. Javier Romero
He podido descubrir a Javier en la web del SAM-Barcelona, gracias a los colegas de BLOG, de la FUNDACION SAM, que han publicado el nuevo enlace de la sala barcelonesa y que tienen alojado el blog de Javier Romero: Pues el Sr. Romero nos cuenta lo siguiente sobre el desastre WILKINSON-SAMA-MADRID: http://www.esgrimasam.cat/index.php?option=com_content&task=view&id=98&Itemid=69 Ocho menos cinco de la mañana. Apenas empieza a amanecer cerca de la plaza de Castilla, y hace frío, el frío del alba, hostil. La saca pesa, el sueño pesa, hasta el cuerpo pesa. Una voz interior me pregunta: “¿qué se te ha perdido a ti, aquí y ahora, en una competición de esgrima?”. Pero ya conozco esa voz, y no le hago caso. El CARE está abierto, aleluya. Entro, junto a otras sombras portadoras de sacas, que aún no bromean ni, apenas, sonríen. De repente se me ocurre que aquello no es una sala de armas, sino una multisala. Y la multisala está más enmoquetada que de costumbre; vallas y cintas acentúan la sensación de laberinto, y un par de primorosas labores de cinta de embalar cierran dos pasos estratégicos. Vagamos en busca de algún rincón donde depositar las sacas, y se hacen las ocho y cuarto. Ni rastro del directorio técnico… La intuición nos guía hacia la sala de musculación, donde los aparatos han sido someramente arrinconados. Echo cuentas, cien sacas, por lo bajo, y sus propietarios, más los aparatos, todo ello en la habitación de marras. La demanda de suelo va a dejar pequeña el más desaforado sueño de un especulador compulsivo. Así que decido acotar, gracias a una bicicleta estática y una colchoneta, un trocito de terreno SAM. No sólo lo acoto, sino que lo defiendo frente a invasores de todo pelaje, emulando los sitios de Girona, Numancia y Zaragoza. Por suerte llegan los compañeros y consolidamos nuestro pequeño imperio. Pero siguen entrando tiradores, y más tiradores, la cosa se complica. A pesar de todo, armonía. Se oyen algunas protestas. Una voz autorizada nos dice que pongamos las sacas verticales, para que ocupen menos sitio. Una voz guasona pregunta si lo de la verticalidad también va para nosotros, y otra propone que apoyemos sólo un pie en el suelo, y así también ocuparemos menos sitio.
Aquí Javier Romero, rodeado de... SU VIDA.
La hora de inicio llega y se va sin novedad. Algo más tarde, se cantan unas cuantas poules, que pronto se anulan. Mientras, calentamos, enfriamos, recalentamos. Empiezo a coger complejo de comida de ayer metida en el microondas. Para entretenernos, nos reparten unas hojitas (unas diez en total) donde nos explican que hay que dejar las sacas en el gimnasio (¡menos mal!), que colgarán toda la información en varios sitios para evitar aglomeraciones y que no incordiemos mucho. A las diez empiezan las poules. Los afortunados tiran en la primera serie, los demás a seguir esperando. Bien pasadas las doce y media, el directorio técnico, parapetado tras una inverosímil barricada, engulle la última hoja de poules. En ese momento, y sin que se sepan los motivos, se entra en fase de mutismo, mutismo que durará más o menos una hora. Durante esa hora, horror, empiezan a llegar los de la segunda fase y las féminas. Echo un cálculo así por encima y en el gimnasio a cada saca (incluido el propietario cuando accede a ella) le toca algo menos que un cuarto de metro cuadrado, a compartir además con aparatos de musculación. Un amiguete madrileño muy zumbón también echa cálculos, y me dice que para tirar los cinco asaltos de la poule llevamos unas seis horas de multisala. Yo pienso que eso él, que en mi caso hay que sumar unas cuantas horitas de viaje, pero no digo nada, no quiero que piense que los catalanes siempre nos estamos quejando.
Alberto Rodri "foteao" desde la terraza.
A eso de las dos una cerrada ovación recibe las listas para las directas, que son colgadas en un único tablón de anuncios, para evitar aglomeraciones probablemente. En eso cometo el error de entrar en la sala de sacas a por mi material. Quedo emparedado entre una horda de portugueses y un espejo que he confundido con la salida, no puedo ir ni adelante ni atrás, de hecho no puedo ni apoyar los pies en el suelo, que está cubierto de varios estratos de sacas, además de un amasijo informe de toallas, caretas, camisetas; para acabarlo de arreglar, aquí y allá, surgen hojas de espada apuntando hacia arriba. Momento de terror, ya me imagino las llamadas, las tarjetas rojas y negras, ser descalificado por un colapso peatonal, qué deshonra. Pero no hay peligro, mi rival se ha quedado atrapado cuatro portugueses más atrás. Así que tiro la directa sin novedad. Eso sí, me niego a volver a entrar en la sala de los horrores, así que se me ocurre la idea de dejar mi material debajo de una pasarela para la siguiente directa. Vaya susto, el ruido de mis hierros despierta a un muchacho que estaba allí durmiendo, no sé muy bien si agotado por los asaltos, por la espera, o por los excesos de la noche anterior. Mi único consuelo es que él se asusta más que yo. Siguen llegando féminas y “segundas fases”, que siguen llevando sus sacas a donde todo el mundo. Alguien con mando dice que los tiradores eliminados han de retirar sus sacas y llevárselas. ¿Dónde se supone que se las han de llevar? La primera fase acaba, y la segunda y el femenino empiezan sin solución de continuidad. Otra vez un elenco de afortunados entra en pista, el resto espera. Las llamadas se suceden, gotean, uno tiene la impresión de que la competición de va estirando como un chicle. La última poule empieza a eso de las seis. A mí la vida ya me ha puesto en el lugar que me corresponde, y he de irme. Me despido y deseo suerte a los compañeros que siguen en liza. A alguno aún le queda acabar la poule, una o dos directas…

Ya con la saca a la espalda, miro desapasionadamente el paisaje de aquel absurdo microcosmos. Veo gente amontonada, pasarelas por las que no se puede pasar, escaleras por las que no se puede escalar, una sala de sacas abominable, cansancio, aburrimiento, enfado. Pero también veo esgrima, asaltos apasionados, gente que se lo pasa bien en la pista, que lucha, pincha y es pinchada, veo emoción, ojos brillantes, oigo risas, gritos de ánimo, de triunfo o de desesperación. Y yo formo parte de esa emoción y, muy a pesar mío, me siento casi agradecido a los que han organizado el torneo. Por un momento pienso: si nos lo pasamos tan bien en estas condiciones tan miserables, ¿qué sería la esgrima hecha de otra manera? Salgo a la calle; es de noche y llueve. El frío hostil de la mañana ha dejado paso a un frío más piadoso. Huele a asfalto mojado. Ando bajo la lluvia en dirección a Plaza Castilla. Curiosamente, sonrío. (…pongamos que hablo de Madrid)

Descubrimiento, gracias a:

http://www.fundacionsam.blogspot.com/

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola.
Me ha dejado muy sorprendido ver mi pequeña narración aquí. Sorprendido y halagado, todo hay que decirlo. Mi narración no pretendía ser un correctivo para nadie, era el reflejo lo más fiel posible de lo que fue para mí aquella jornada. De hecho, hasta digo que estoy casi agradecido... Pero bueno, como el texto está ahí, pues que cada uno lo interprete a su gusto y saque sus conclusiones.
Por cierto, no bebo tanta ginebra como puede parecer en la foto, soy un señor mayor muy serio y responsable.
Espero que sigáis visitando mi blog, que pornto quedará abierto a comentarios, como yo me paso de vez en cuando por el vuestro, aunque hasta ahora lo había hecho de forma silenciosa.
Un abrazo, compostelanos.

Alberto Míguez dijo...

Lo del Sama fue un cachondeo, y tampoco se ha visto intención de disculpa por parte de los organizadores. Hay que ser más serios y lo que está claro es que no se puede meter a 300 personas en cubiculo como en el que estubimos existen pabellones, pero bueno así son las cosas.

xose pi dijo...

guauuuuuuuuuuuu.... batiendo el record de comentarios en un post del compostela!!! Buf, me siento abrumado.

Al Alberto, ya le he visto el pelo por aqui de vez en cuando y siempre le agradezco el interés.

Lo de Javier, sí que me ha sorprendido por aquello de la distancia. Reconozco que tus impresiones sobre el lío-SAMA, no eran nada cañeras, y sí muy sinceras impresiones desde la propia experiencia.
Nosotros es que nos sentimos más jodidos todavía (habíamos estado en el wilkinson de la fme, y nada que ver...), pero como muy bien dice Javier, yo también agracezco lo vivido... sobre todo para poner en la nevera (o al barbecho) ese rotundo fracaso durante unos años.

Bueno, pues Saludos a Alberto y a Javier, por haberse molestado en dejar sus impresiones.

Abrazos y gracias de nuevo.

xose pi... ñeiro